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Independiente Rivadavia venció 1-0 a Belgrano en Córdoba, por la 33ª fecha de la B Nacional.
Lo que podría haber significado una victoria alentadora y fructífera se transformó sólo en un empate livianito. Se podría catalogar de insulso, de desabrido el 0 a 0 que les dejó un gusto amargo a todos sus hinchas la tarde de ayer. Porque fue de local, porque venía de dos victorias seguidas que motivaban y porque los 9.000 que fueron al Parque disfrutaron nada más que del solcito de la siesta, yéndose con ganas de gritar un gol. Pero tuvo mucho que ver en el desarrollo el modelito que armó Roberto Trotta para jugarle a Defensa y Justicia, porque la dupla Benegas-Torres no funcionó nunca y ninguno fue remplazado. Leopoldo de la Vega llegó siempre a posiciones ofensivas por la derecha, pero sus centros no eran aprovechados, siempre aparecía una cabeza rival o Bertoya. Al menos Oscar Negri se atrevía con remates largos que pasaban cerca. Recién a los 36’ Giarrizzo mandó un tiro libre, que atajó el arquero, para convertirse en el primer remate directo al arco. El ingreso de Martinelli posibilitó otra vía de ataque por la izquierda y hubo una triple ocasión a los 6 minutos, cuando Bertoya se la sacó a Benegas (la única que generó), después un defensor la mandó al córner y en la siguiente el arquero y el travesaño le negaron el gol a Negri. Martín Gómez movilizó a los hinchas y el juego, pero sus pelotas no llegaron tan limpias al área como se esperaba. El delantero contagió velocidad, pero no tuvo claridad para establecer la cuota mínima para un “cara a cara” con el arquero. El Petiso intentó con otros botines, pero todo siguió igual: centros que caían mansos o pelotas para la lucha con el rival. Gabriel Solís se adelantaba empecinado en quebrar el cero. Su vitalidad despertaba aplausos en las gradas frente a un equipo dispuesto a defenderse los 90’. Jugando así a Independiente Rivadavia le iba a costar convertir. Los equipos que lo rodean tampoco sumaron de a tres y eso lo dejó algo tranquilo. |
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